lunes, 10 de agosto de 2009
Eshu 2 Parte
Como decíamos, ya en el Nuevo Mundo, la veneración a Exu se fue expandiendo por los diferentes lugares, de la mano de cada representación llegada de los diversos pueblos de África, y además, influenciada por lo autóctono americano, tanto en su naturaleza (flora y fauna) como también por la influencia inevitable que recibió de los nativos amerindios, así como de los propios europeos colonizadores que dominaban el proceso cultural en formación.
Fueron mudando sus nombres, sus atributos, sus estilos, al grado que, en algunos casos ello resultó enriquecedor, en tanto que en otros, la distorsión provocó una serie de pérdidas en la concepción original africana, para nunca más volver a ser el mismo de antaño y allá lejos. Ni en la misma África ya es el mismo, pues también allí el paso del tiempo y los cambios pertinentes dentro de la cultura social, fueron ocasionando mudanzas en toda la forma de culto, por más que muchos estudiosos y devotos, hoy en día, luchan por rescatar lo obsoleto, al grado de haberse llegado burdamente pero con aparatosidad, a prenteder asegurar la existencia de tratados escritos que nunca fueron, al menos, desde Yorubá.
Por ejemplo, en Quimbanda, Exu pierde su cualidad de Orixá mensajero de los demás Orixá, como lo sigue siendo, por ejemplo, en el Candomblé, americano y brasilero, éste también.
El Exu de Candomblé no es exactamente el Exu africano, pero menos aún lo es el Exu de Quimbanda.
En Quimbanda, de manera similar a lo que ocurre en Umbanda, se le distorsiona en concepto, transformándolo en un espíritu en evolución, con más potencial y radio de maniobra en Quimbanda que en Umbanda.
Teniendo presente la mancomunión de los tres principales exponentes africanos –yorubá, angola, y congo- más la notoria influencia de lo americano-europeo – vemos como se enreda con los demonios europeos del medioevo cristiano, y de allí, a vario pintos representantes de la vida popular, sobre todo ciudadana, urbana, y siempre originarios de las clases sociales menos pudientes; pasa a ser el señor y al señora de la noche, exu y pomba gira, manteniendo el viso de la encrucijada original, pero acrecentándose rígidamente su influencia hacia otros puntos de connotación cultural del día a día, como la playa, las florestas, y hasta las iglesias, no olvidando los subterráneos, como por ejemplo las catacumbas que se encuentran en las muchas ciudades del tiempo colonial.
El malandro de la calle, el sabedor de los misterios y vericuetos de cada ciudad, la prostituta, los bailarines y bailarinas de cabarets y similares, en fin, hasta recibiendo de brazo abierto a otras formas étnicas que habían llegado a formar parte rotunda de esas sociedades civiles, como los gitanos, por ejemplo; más allá de marineros y demás.
Exu, así, en Quimbanda, es un espíritu desencarnado, que se manifiesta en sus mediums para contemplar un mensaje determinado, verbal, como también aportar su energía “mágica” y/o espiritual, en las sesiones pertinentes, avaladas por elementos asimilados, como la bebida alcohólica, el tabaco, y, por supuesto, el ritmo nunca excento en los encuentros de adeptos y sinpatizantes, con dichos espíritus guías.
Aunque pierde así una cantidad de rasgos originales, no deja de mantener siempre su condición de mensajero, solo que ahora lo es para los hombres, más que para los Orixá, dejándo él mismo su condición de Orixá.
Y tanto en Quimbanda como en Umbanda, así como también, en otras formas de culto.
Se le vé asimilado y reconocido como el arcaico Eleggua, en Lukumi.
Legbá en el Voudou, como Papa Legbá, intermediario entre lo divino y la humanidad.
Lucero, en el Palo Mayombe, como exponente y sostén de la balanza de los actos humanos, y guía consejero para dichos actos.
En Brasil y su Quimbanda, adopta nombres muy aportuguesados en su pronunciación, como Exu Rei, Exu Tranca Rua, Exu Tranca Rua das Almas, Exu Sete Encruzilhadas, Exu Marabó, Exu Tirirí, Exu Veludo, Exu Mirim, Exu Zé Pelintra, Exu Sete Capas, y, nada menos que cargos y jerarquías como Maioral y hasta Lúcifer y Satanás, además de la de Rei primeramente mencionada.
Concierto riquísimo de diferentes exposiciones de las culturas aleadas, con a su vez un enriquecimiento muy moderno y diáfano de la nueva religión.
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