viernes, 10 de agosto de 2012

EXU Y OXALA CHARLANDO

El cielo y la tierra se fundían en el horizonte distante, pareciendo una cosa sólo, como si no hubiera separación entre el mundo espiritual y el material, la conciencia individual y la cósmica. Sentado sobre una piedra en una enorme montaña, de cabeza baja y ojos entreabiertos, Exu observaba el fenómeno de la naturaleza y reflejaba sobre su interminable trabajo. Como es difícil la humanidad pensó en cierto momento parece nunca estar satisfecha, está siempre queriendo más y, en su esencia egoísta desarmoniza todo, todo... Todo que era para ser tan simple acaba tan complicado. Con los ojos habituados a entrever en la oscuridad y en la distancia, Exu observó cada rincón de aquellos alrededores. Vio personas destruyéndose a sí mismas a través de vicios varios, vio maldades premeditadas y otras practicadas como si fueran actos de la más perfecta normalidad. Vio injusticias, principalmente contra los más débiles e indefensos. Con sus oídos, también atentos a todo, escucho mentiras, palabras de maleficencia, gritos de odio y murmullos de traición. Exu suspiró. ¿Seré yo el diablo de la humanidad? pensó irónicamente, al acordarse lo cuánto era asociado a la figura del demonio. Pasó horas observando cosas que estaba habituado a ver todos los días: mentiras, fraudes, corrupción, traiciones, envidia, y una gama enorme de sentimientos negativos. Fue cuando estaba inmerso en esos pensamientos que Exu escucho una voz a su lado, diciendo en aquel tono austero, sin embargo complacente: Laroyê, Señor Hablante. Exu abrió los ojos y vislumbró la figura altiva de Oxalá. Èpa Bàbá respondió Exu, haciendo un pequeño movimiento con la cabeza, en señal de respeto. Noto que está pensativo, amigo Exu habló Oxalá. Exu respiró fondo, contempló nuevamente el horizonte y respondió: Trabajamos tanto... e incansablemente, pero los hombres parecen no valorar nuestro esfuerzo. Oxalá movió los labios para decir algo, pero antes que eso ocurriera , Exu, como que previendo lo que sería dicho, continuó: No hablo en tono de reclamación, soy un trabajador incansable y el amigo sabe de eso. Es con placer que llevo lo que tiene ser llevado y retiro lo que debe ser retirado. Es con satisfacción que abro o cierro los caminos, de acuerdo con la necesidad de cada uno, es con resignación que acojo sobre mi espalda ancha la culpa del mal que muchos espíritus encarnados y desencarnados hacen, no reclamo de mi trabajo. Soy Exu, para mí no existe frío o calor, cansancio o pereza, existe sólo la necesidad de cumplir la tarea para cual fui designado. Se muestra tan resignado y, sin embargo, parece que se deja abatir por el desánimo – comentó Oxalá, apoyándose en su paxorô. Exu soltó una carcajada, a lo que Oxalá dio una leve sonrisa, con un movimiento casi imperceptible en el canto derecho de los labios. No soy resignado ni tampoco estoy desanimado habló Exu estoy pensativo sobre poca inteligencia de los hombres. Vea sólo: como responsable por la aplicación de la Ley Cármica observo mucha cosa. Observo no sólo el sufrimiento que algunos hombres imponen a sí mismos, pero veo también las incesantes oportunidades que el Universo da cada uno de los seres que habitan la Tierra. El aprendizaje que tanto necesitan les es dato por las buenas, pero casi nunca vén por el amor, entonces les es dada la oportunidad de aprender por el dolor, pero generalmente sólo se acuerdan la lección mientras el dolor está en su carne. Con el alivio viene el olvido y todos los errores y vicios vuelven a aflorar. Oxalá hizo mención de decir algo, pero con el dedo en reíste entre los labios, nuevamente Exu lo impidió hablar. Oiga dijo Exu, colocando la mano en la oreja, como si él y Oxalá necesitaran de eso para oír mejor. Y ambos escucharon el sonido que venía de la Tierra. El sonido de la envidia, de los malos sentimientos, de la maldición, de la promiscuidad, de la ganancia. Exu dio otra carcajada y dijo: ¿Percibe? Tenemos trabajo por muchos siglos aún. ¿Y eso no es bueno? preguntó Oxalá, que otra vez no dejó Exu responder y continuó: Pobres hombres, ignorantes de la propia grandeza espiritual y de la simplicidad del Universo. Si no desconocieran tanto el funcionamiento de las cosas, serían más felices. No están preocupados en discernir el bien del mal refunfuñó Exu. Y usted para que está, acá Señor Hablante? – dijo Oxalá. Más una vez Exu gargalhou. Para mí no existe el bien o el mal. Existe el justo, bien sabe usted eso. Entonces por qué intenta exigir ese discernimiento de los pobres hombres? Yo conozco los caminos respondió Exu un tanto irritado para mí no existen obstáculos, todos los caminos se abren en encrucijadas. Para mí las puertas nunca se cierran y las corrientes nunca se pierden . Conozco el sutil misterio que separa aquello que llaman de bien de aquello que llaman de mal. No soy maniqueísta, no soy benevolente, pues no doy a quién no merece, pero tampoco soy cruel, pues siempre actúo dentro de la Ley. Los hombres, desgraciados, creen en la visión simplista del bien y del mal, como se todo el Universo, en su “compleja simplicidad” si resumiera sólo entre el bien y el mal. Pobres hombres repitió Oxalá. Pobres hombres concordó Exu aún mirando el Universo de una forma tan simplista, dividido sólo entre bien y mal, acaban siempre demonizando todo, creyendo que el mal es el mejor camino para conseguir lo que desean o entonces creen que son eternas víctimas del mal. Y lo que es peor, casi siempre yo soy el culpable. ¿Pero es usted el responsable por el mal? preguntó Oxalá, admirando el horizonte. Soy justo, sólo eso respondió Exu. ¿No sería la justicia una prerrogativa de Xangô? Creado por el mayor de los orixás. Exu miró fondo en los ojos de Oxalá y respondió: Estoy a servicio del Universo, de cada una de las fuerzas que lo compone, inclusive del Señor de la Justicia. Eso significa que trabaja en armonía con El Universo, aclaro Exu Imaginé que supiera de eso – respondió Exu, irónico como siempre. Creo que siempre supo. Cuando observo el horizonte y veo el cielo fundiéndose a la Tierra, percibo lo cuanto lo material puede estar conectado al espiritual. Pero también me acuerdo que el sol va a radiar y creo que a pesar de todas las dificultades que los propios hombres crean, es posible encender a llama de la fe en sus corazones. Percibo lo cuánto ellos son falso, pero percibo también lo cuánto son frágiles y necesitan de nosotros y en ese momento poniendo la mano sobre el hombro de Exu Se de los que trabajan en la luz o en la oscuridad, pues todo forma parte de Uno y se interrelacionan. El mismo hombre que hoy está en las profundidades más ambiciosa, mañana puede ser el mensajero de la luz. Exu miró hacia los ojos de Oxalá, como si no estuviera de acuerdo, pero esa vez fue Oxalá quién no dejó que el otro hablara, prosiguiendo con su narrativa: Si no fueran los valerosos guardianes que trabajan en las regiones temerosas, difícilmente los que allí sufren un día alcanzarían el beneficio de la luz. Si hubiera sólo la luz, no habría el aprendizaje, que tiene como punto de partida el desconocimiento, de las tinieblas. El Universo tan simple es al mismo tiempo tan inteligente, que aún nosotros, que observamos los hombres a una distancia grande, a veces nos sorprendemos con su magnitud. Los hombres son frutos que necesitan madures y usted, amigo Exu, es la estufa que los calienta hasta el punto correcto de la maduración y yo soy la mano que los cosecha como frutos al madurarse. ¿Quien diría que trabajamos en armonía? dijo Exu en medio a una sonrisa creen que vivimos a distanciados cuando en verdad trabajamos en búsqueda de un mismo objetivo: el perfeccionamiento de la raza humana. Oxalá sólo no soltó una carcajada porque no era ese su hábito (y sí lo de Exu), pero dijo sin conseguir esconder el contentamiento: Entonces, compañero Exu, no tenemos porque lamentar. La ignorancia en que viven en los hombres es señal de que aún tenemos trabajo a realizar. La poca sabiduría que poseen significa que aún están muy próximos al punto de partida y cabe a nosotros, no importa si llamados de “derecha” o “izquierda”, auxiliarlos en su caminata, que es muy larga aún. Sólo contemplar las heridas de los corazones humanos no irá a auxiliarlos en nada. Soy la luz que guía los ojos de la humanidad y usted es el movimiento que no a deja estática. Si paráramos por un segundo siquiera, atrasaremos en siglos y siglos el adelanto de la raza humana, que tanto depende de nosotros. En ese momento el sol comenzó a radiar tímidamente en el horizonte, separando el cielo y la Tierra. Exu se levantó de su piedra y se puso a caminar montaña abajo. ¿Adónde va, Señor Hablante? – preguntó Oxalá, como si no supiera. Voy a trabajar, Señor de los Orixás respondió Exu gargalhando nuevamente Olvidó que soy un trabajador incansable y que trabajo en armonía con El Universo, aunque él me imponga la luz del sol? Oxalá no respondió, pero esbozó una sonrisa tímida. Así trabajaba el Universo: siempre en armonía. Los hombres, aún prendidos a tantos conceptos primarios, trillaban los primeros pasos en dirección al adelanto, pues no estaban huérfanos de sus orixás y protectores.

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