El discípulo le preguntó al maestro.
D- Usted me dijo una vez que nosotros somos lo mismo, que somos iguales.
No puedo creerlo.
Puesto que no le creo ¿de que me sirve su afirmación
M- Su incredulidad no importa.
Mis palabras son verdaderas y harán su tarea.
Esta es la belleza de la compañía noble.
D- ¿Simplemente sentarse cerca de usted puede ser considerado práctica espiritual?
M- Sí.
El río de la vida está fluyendo.
Algo de su agua está aquí pero mucha ya ha alcanzado su meta.
usted solo conoce el presente.
Yo veo mucho más lejos en el pasado y en el futuro, en lo que usted es y en lo que puede ser.
No puedo sino verle a usted como a mi mismo.
En la propia naturaleza del amor está el no ver diferencia.
D- ¿Como puedo llegar a verme as mi mismo como usted me ve?
M- Basta si usted no imagina ser el cuerpo.
Lo que es tan calamitoso es la idea de crer que yo soy el cuerpo.
Le ciega por completo a su naturaleza real.
No piense ni siquiera por un momento que usted es el cuerpo.
No se de nombre ni forma.
En la oscuridad y el silencio la realidad es encontrada.
Ni el placer ni el dolor iluminan.
La comprensión si.
El placer lo adormece, el sufrimiento lo despierta.
Si no quiere sufrir, no se eche a dormir.
Baba Ricardo de Oxala