jueves, 29 de julio de 2010

ostaculos de la vida


La vida nos pone pruebas difíciles que afrontar, depende de cada uno de nosotros qué camino elegir, el camino de la autocompasión y de hacernos las víctimas todo el tiempo por lo sucedido, o de levantarnos y afrontar los retos que se nos presentan y uno de ellos es seguir adelante, levantando la cabeza y sacudiéndonos el mal rato que hayamos pasado.

No tenemos porque sentarnos a llorar, y andar cabizbajos pensando que no tiene solución, acordémonos de que lo que ya no tiene remedio es la muerte. Cuando la vida nos pone pruebas duras, es porque de pronto tenemos que forjar nuestro carácter, es porque tenemos que sacarle una buena lección a esa prueba que estamos teniendo, podemos ser negativos o podemos elegir comprender que algo de provecho encierra esta experiencia, para que no volvamos a tropezar como quien dice con la misma piedra a lo largo de nuestro camino. Porque permítanme decirles que las pruebas difíciles nunca se terminan, siempre nos vamos a topar en cualquier momento con una de ellas, con diferente rostro, pintada tal vez de otro color, pero al fin de cuentas problema te llamas. Y aunque nos demos el lujo de desahogar nuestras fallas, los errores que pudimos haber cometido y tardemos en sanar una herida del alma, lo cierto y no me dejarán mentir, es que no vamos estar haciéndolo indefinidamente, porque entonces nos estaríamos privando de ver el otro lado de la moneda.

Nadie negará que llorar ayuda, y que deprimirse significa diferenciar entre estar contentos y no estarlo. Aunque ojo, hay de depresiones a depresiones, nosotros hablamos de aquellas que no son de origen patológico y que no requieren de la ayuda de un especialista sino de la voluntad que tengamos de salir de ellas, causadas por lo que hablamos anteriormente, y de la que estamos plenamente conscientes de que comienza a afectar nuestra vida y nuestro entorno. Así que cuando pasemos por tiempos difíciles, acuérdense que todo, absolutamente todo, tiene solución, para qué dejarnos tirar y que nos levanten, son cosas que tenemos que pasar, vivirlas y no olvidarlas, para que recordemos en su momento oportuno a no volver a pasar por ellas, porque supimos a que se debieron, y cómo llegaron a nosotros, a veces sin que las hayamos provocado. Lo importante es que estemos alertas ante la posibilidad de que se vuelvan a presentar y saberlas identificar a tiempo, para así entender que la vida tiene sus altas y sus bajas.

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